EL BLACK FRIDAY EMPOBRECE AL PEQUEÑO COMERCIO ONLINE Y OFFLINE: REBÉLATE Y CIERRA/NO COMPRES

 

No nos gustan las fechas en las que el sistema nos dicta que tenemos que consumir sí o sí.

Y no nos gustan por varias razones:

  1. El hiperconsumo tiene consecuencias medioambientales severas.

Los recursos materiales malgastados, las emisiones ligadas a la venta de productos fabricados en la otra punta del mundo o el desperdicio ligado a la obsolescencia programada son solo tres ejemplos del daño que provoca el consumismo en el medio ambiente.

  1. No queremos apoyar una sociedad materialista en la que las personas viven para consumir.

Y el Black Friday se basa en ejercitar la presión y la urgencia para que consumas más. Para que creas que eres lo que consumes. Para que sientas que si no consumes, no existes.

  1. No nos gusta la manipulación.

El Black Friday usa los descuentos para hacerte creer que no estás gastando, sino ahorrando. Lo que no es cierto, si no tienes necesidad de adquirir lo que estás comprando.

  1. El Black Friday perjudica a las personas.

A nivel económico, el Black Friday alimenta la precariedad (si no lo pagas tú, ¿quién lo está pagando?) y supone un golpe para el pequeño comercio online y offline. Sobre todo en el mercado ético, donde las tiendas no pueden bajar márgenes y competir por precio.

Y precisamente, de estas consecuencias económicas para las personas y el pequeño comercio queremos hablarte hoy.

Black Friday: lo contrario a un crecimiento económico justo

En ocasiones, se defiende el Black Friday (y fechas similares) argumentando que fomentan el crecimiento económico para todo el mundo.

Según la lógica del sistema estas fechas hacen que las personas compren, por lo tanto dan trabajo para que más gente pueda comprar. Y, en conclusión, se genera una mayor riqueza.

Pero la experiencia nos demuestra que esto no es así.

Y es que nos han vendido que el consumo equivale a riqueza, pero: ¿a quién beneficia ese consumo excesivo del Black Friday?, ¿a las trabajadoras que han ensamblado ese equipo de música en una fábrica China, a las personas empleadas en esa gran superficie que llevan haciendo turnos extra mal pagados todo noviembre o a la multinacional que se lleva un enorme margen vendiéndolo?

Estamos seguras de que sabes la respuesta.

Esa compra repercute de manera desigual en las personas que han contribuido a hacerla posible.

Las partes más precarias (fabricación y atención al cliente) generalmente no ven ninguna mejora sustancial en su calidad de vida. Los beneficios, casi siempre, se los llevan los peces gordos.

Y es que, como dice el 11º informe de la EAPN sobre el estado de la pobreza en España: “La experiencia de los últimos años es prueba de que el crecimiento económico por sí solo no reduce la pobreza ni la exclusión social”.

Así empobrece el Black Friday al pequeño comercio online y offline

Pero además, los pequeños comercios y las personas productoras y artesanas que venden a pequeña escala sufren especialmente los efectos de fechas como el Black Friday, porque:

  1. No pueden igualar los precios de grandes empresas o nuevas marcas con inversionistas o accionistas detrás, incluso en el mercado responsable. (Si te interesa saber más sobre esto te recomendamos leer este post)

  1. Si lo intentan, porque no quieren perder clientela o perjudicar la campaña de navidad, tienen que reducir sus márgenes o incluso ir a pérdidas.

Así que, si durante el Black Friday pasas por la calle y ves un pequeño comercio con grandes descuentos, piensa que lo más probable es que estén perdiendo dinero por no perder clientela.

  1. Pero además, el Black Friday sienta un precedente peligroso, haciendo creer a quienes compran que es normal rebajar un producto un 50%, 60%, 80% o 90% sin que esto tenga consecuencias en las empresas.

Así que las personas empiezan a pensar que las tiendas que no hacen esos descuentos en realidad están ganando muchísimo dinero.

Seguro que alguna vez has oído: “voy a dejar a comprar en la frutería, que venden la fruta a precio de oro, no como en el Me******na” o “yo ya lo compro todo por Am**on, que la tienda del barrio es carísima”.

Por supuesto, nosotras, como muchas de las pequeñas tiendas a las que proveemos o en las que compramos en nuestro día a día, hacemos descuentos u ofertas de vez en cuando:

  • Porque necesitamos dar salida a productos en stock.
  • Porque queremos que nuestras clientas prueben una novedad.
  • Porque tenemos algo que celebrar.
  • Etc.

Pero generalmente son descuentos con un margen bajo, que nos podemos permitir.

Por eso, los pequeños comercios (online y offline) libran una batalla perdida de antemano en el Black Friday, al competir con los precios y los márgenes de empresas que pueden abaratar el producto final, porque las consecuencias no las pagan ellas.